viernes, 30 de noviembre de 2012

Aprender para ser



He llegado corriendo y con la lengua fuera, como de costumbre. Pero en mi caso es lo mejor para este tipo de situaciones, porque así no tengo tiempo de ponerme nerviosa. En la sala de espera, otra chica, que me ha empezado a hablar de inmediato. Es coreana -hay mucha gente de Corea por aquí-, y también es una 'spouse'. Nos hemos reido un rato hablando de nuestra situación y compartiendo las frustraciones que a veces conlleva. Ella, como muchas otras parejas de post-docs, ha decidido quedarse embarazada. Y en ello está, según me ha dicho. Es un buen momento para hacerlo si se tienen unos mínimos ingresos, porque al volver al propio país la mayoría volverá a trabajar al ritmo habitual, así que el parón que ofrece nuestro estatus permite vivir el embarazo y los primeros meses de maternidad con menos presión. Además, los hijos e hijas nacidas en este país conseguirán la nacionalidad estadounidense, y eso nunca viene mal. Mientras lo comentábamos, he estado a punto de decirle que si se compra una casa cara en España también puede ser ciudadana allí. Pero me lo he callado; demasiado absurdo como para que otros lo comprendan.
 
 
Lo curioso ha sido que las dos habíamos pedido la beca para el mismo curso -la verdad es que soy gafe para estas cuestiones-. Pero, en vez de inquietarnos por ello, con el buen rollo que se ha creado entre nosotras, nos hemos deseado sinceramente lo mejor. Y ha llegado mi turno.
 
 
En la sala -un espacio acogedor repleto de estanterías con libros, varias butacas y hasta una chimenea-, cinco mujeres me estaban esperando. Lejos de intimidarme, sus miradas amigables me han hecho sentir cómoda. Al fin y al cabo, ellas pasaron por lo mismo que yo cuando llegaron a Stanford hace años, acompañando a sus parejas en su carrera profesional. Hemos estado charlando durante un buen rato. Estoy convencida de que la ilusión se transmite, y ellas han visto las ganas que tengo de realizarme como persona y como profesional. Les he hablado de mi idea de combinar la escritura con el dibujo, y del curso que quiero hacer para conseguirlo. Les ha encantado.
 
 
Pero su posición es difícil. Tienen un presupuesto limitado y medio centenar de personas (la mayoría mujeres), que les han pedido ayuda para poder llevar a cabo sus proyectos. Por eso, cuando me han planteado si lo que yo quería realmente era estudiar dibujo o estudiar en Stanford, no lo he dudado. Es verdad que sería una ilusión poder hacer un curso en una universidad como ésta, a la que ni en mis mejores sueños podría acceder de otra forma. Pero lo más importante para mí es aprender, y eso puedo hacerlo también en otros lugares con unos precios más razonables. Por eso les he dicho que prefiero que muchas de nosotras consigamos becas de menor cuantía económica a que sólo unas pocas tengamos la oportunidad de estudiar en Stanford. Y sorprendentemente, se han quedado ojipláticas. Porque la solidaridad no es una de las virtudes más presentes en esta sociedad. Las cinco mujeres me han dado las gracias por mis palabras y me han dejado claro que, para ellas, es muy importante escuchar a alguien hablar así.
 
 
¿Y cómo podría ser de otra manera? Quiero decir, que si se tratara de becas de investigación de la que dependieran nuestras carreras, entendería la competitividad, a pesar de que no sea mi estilo. Pero de lo que hablamos aquí es de sentirnos autosuficientes, de mantener nuestra propia identidad fuera de la condición de 'mujer de'. Se trata de ser personas. ¿Cómo dejar de lado mi pensamiento feminista, de sororidad, en una cuestión tan básica? Ocurra lo que ocurra, me siento bien conmigo misma. Tengo la satisfacción del trabajo bien hecho. Sé que he luchado por mis ilusiones sin perder de vista lo que me han enseñado, lo que he aprendido, lo fundamental: mis valores.
 
 

jueves, 29 de noviembre de 2012

La aventura de arriesgar



Me siento feliz. Todavía no hace cuatro meses que estoy aquí, pero parece que ya me he hecho un hueco. Cuando llegué, mirando este 'nuevo mundo' con ojos escépticos, pensé que sería muy difícil. Y nadie dijo que fuera sencillo. Cada día es un nuevo reto. Levantarme temprano y llevar una vida productiva, a pesar de no tener un puesto de trabajo al que ir. Pero me he esforzado mucho, y como bien dice el hombre sabio, si siembras, recogerás.


Ahora estoy viendo los primeros frutos, y la verdad es que todo sabe mucho mejor cuando llega gracias al tesón. Puedo decir que tengo buenas amistades, un entorno amable y acogedor y varias puertas que se abren frente a mí. Cuando veo alguno de los muchos reportajes dedicados a la gente joven que sale de su país para buscar algo mejor, en un momento en el que las cosas están especialmente oscuras, me gustaría gritarles que se puede. Sólo hay que apretarse el cinturón, tener paciencia, no desesperarse y trabajar duro por encontrar un espacio propio. ¡Y claro que se echa todo de menos! Pero cuando me asalta la nostalgia, me obligo a pensar que será todavía mejor el reencuentro con la propia tierra después de tanto tiempo de añoranza.
 
 
No están las cosas como para ponerse 'estupendos'. Esto es lo que hay y así hay que tomarlo. Obviamente, las cosas también pueden salirnos mal. Pero nunca me habría perdonado el no haberlo intentado. Nuestros países, esos que se tambalean, están llenos de gente brillante que sólo necesita una oportunidad. Y si quienes tienen que dárnosla no lo hacen, por qué no intentarlo en otra parte? No les debemos nada. Pero sí nos lo debemos a nosotros mismos. No me resigno a que la desesperanza pueda con nosotros.
 
 
Escribo este post ilusionada por las cosas que están por venir, pero también pensando en personas queridas que están viviendo momentos de incertidumbre. A veces cuesta ver el lado positivo de las decisiones tomadas. Pero todo es aprendizaje, es experiencia. Y estoy convencida de que, con la actitud adecuada, lo bueno llegará.
 
 
Nuestra casa, nuestra gente, nos espera. Y siquiera sólo por el orgullo que sienten por lo que estamos haciendo, todo esto merece la pena. Nuestros abuelos ya lo hicieron, con una pequeña maleta y cuatro duros en el bolsillo. Y sin saber idiomas. Si a veces nos cuesta por nosotros, hagámoslo al menos por ellos. Por honrar su memoria.
 
 

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Bertsolari en Stanford



Bertsolari es un documental dirigido por Asier Altuna que trata de acercarnos a esta tradición del País Vasco que consiste -grosso modo- en cantar versos improvisados a partir de un tema propuesto y ante una audiencia. Todo pasa en un momento. No hay casi tiempo para pensar. La inspiración, que suele llegar trabajando, en este caso llega en el mismo instante en el que la obra se muestra ante el público. Es lo complicado y lo bonito de la bertsolaritza: lo perecedero, la magia que no se repetirá.
En el viaje que propone Altuna nos acompañan los mejores bertsolaris de distintas épocas: Andoni Egaña, Maialen Lujanbio, Jon Sarasua,... y también personas expertas en lengua y tradición oral. Curiosamente, el viaje nos lleva desde Euskadi hasta San Francisco, donde podemos ver a Egaña y Lujanbio disertando sobre la participación de las mujeres en la bertsolaritza, delante del Golden Gate. Bonitas coincidencias.
Diría que a la película le sobra algo de tono poético -sobre todo en partes que el director ha querido insertar en forma de metáforas de lo que es esta forma de arte tan 'nuestra'-, pero me parece una forma estupenda de conocer el bertsolarismo y tratar de comprenderlo si se es nuevo en estas lides. Y si, como yo, te has criado en un ambiente en el que los bertsos estaban presentes, en el colegio, en la familia, en la televisión... este documental te toca la fibra. Porque entre estos 'performers' (como ellos mismos se denominan) hay un ambiente inmejorable; una ilusión común porque la tradición oral no se pierda y por experimentar con nuevas fórmulas, compartir con personas de otras partes del mundo que hacen cosas similares, y sobre todo por transmitir su conocimiento. Es una bella muestra de solidaridad de la que no estaría mal tomar ejemplo, especialmente viviendo en Estados Unidos.
Desde que vivo aquí, he tenido más de una discusión sobre la importancia de conseguir que las lenguas minoritarias no se pierdan. Porque hay gente que considera que es ley de vida y que, total, si todos vamos a acabar entendiéndonos en inglés -o en chino-, ¿para qué esforzarse tanto en mantenerla? Si antes lo tenía claro, este documental ha reforzado mis planteamientos. Estas personas, conocedoras de excepción de una lengua que utilizan con maestría, la aman por encima de todo. Por  encima de conflictos políticos o ideológicos. Como afirma Sarasua, el problema con el euskera es un problema  existencial. ¿Quiénes somos? ¿Qué es lo que nos define? Para mí, el euskera es la lengua del cariño, de la cercanía, de la tierra. Es emoción y recuerdos de la niñez, de las personas queridas que ya no están. ¿Cómo podríamos dejar que todo eso se perdiera? Porque no es sólo nuestra lengua. Son nuestras raíces, es nuestra identidad.   

martes, 27 de noviembre de 2012

A vueltas con el pavo




Después de tanta odisea con el pavo, me estaba preguntando de dónde venía esa tradición. Y resulta que hay una gran controversia. Se sabe que es un intercambio entre las costumbres de los peregrinos y los nativos en Estados Unidos, pero los historiadores no se ponen de acuerdo en la fecha de la primera celebración del Día de Acción de Gracias, ni siquiera en el lugar. Lo que parece ser cierto es que los peregrinos, ayudados por los nativos americanos, sustituyeron la carne del asado de sus países de origen (que bien puede ser Inglaterra, España u otro) por el pavo, porque era más fácil de encontrar. Se unieron así las oraciones para dar las gracias ante una mesa llena de alimentos con el agradecimiento de los nativos por la cosecha obtenida.


Pero sé que lo que más os importa en realidad es cómo puede cocinarse un pavo de Acción de Gracias sin ser americano (o canadiense) ni tener a mano un libro de recetas.

Paso 1. Comprar el pavo en el super y transportarlo en coche, porque el bicho pesa tanto que sería imposible llevarlo a la espalda. Como buenos vascos, lo intentamos, pero lo de no ser de Bilbao es un handicap.
 
Paso 2. Descongelar el pavo. Y aquí vienen las gracias de las series de televisión, pero es que resulta que es una auténtica odisea. ¡El dichoso animal no se descongela ni dentro de una sauna! (vale, eso no pudimos probarlo). Lo pones al lado del fuego, le das martillazos, lo abrazas fuertemente contra tu pecho... no hay manera.   

Paso 3. Seguir las instrucciones de la bolsa para separarle las patas, que están unidas entre sí con un alambre. Imposible porque el pavo está todavía muy congelado y no hay quien lo derrita, de verdad. Nuestro último recurso: sumergirlo en agua caliente hasta poder intentar llegar al orificio en el que está la bolsa con sus 'cositas', separándole las patas con la tradicional técnica de la fuerza bruta.

Paso 4. Una vez vaciado el orificio, volver a rellenarlo, esta vez con pan, manzana, bacon y patata. Yo fui la encargada del tema, porque me había quedado con las ganas de meter la cabeza, como ya os he contado infinidad de veces. Hay pruebas gráficas de ese momento.  
 
Paso 5. Transportar, como puedas, el pavo relleno hasta una bandeja y depositarlo en el horno. Es posible que en el trayecto el pavo se te caiga, se escurra, que lo cojas mal de las patas y se de la vuelta, volcando así parte del relleno... lo importante es llegar al horno, sea como sea. Una vez dentro, cerramos la puerta y a esperar.

Pasos 6-10. Esperar. Resulta que el pavo hay que cocinarlo a muy baja temperatura y durante muuuuuuchas horas. Unas cuatro, concretamente. Si tenemos en cuenta que para descongelarlo, abrirlo de patas -perdón por la expresión- y meter el relleno ya puedes tardar la friolera de cuatro horas, el total se queda en ocho (era buena en matemáticas). Y si vienes de haber estado todo el día en la playa, cuando esas ocho horas pasen será ya de madrugada. Si a esto le sumamos que durante la espera -en la que sólo hay que controlar el pavo cada veinte minutos- la paciencia se agota y uno se ve abocado a abrir el vino antes de tiempo, pasa lo que pasa.
 
Paso 11 (a la mañana siguiente). Pavo para desayunar. Después de habernos ido a dormir con el estómago vacío y con unas cuantas cervezas de más (todo debido al interminable tiempo de espera), nos sentamos juntos a la mesa para degustar por fin el manjar que tantos problemas nos ha dado, acompañado, como es tradición, de puré de batata, maíz y tarta de calabaza (otra vez). Eso sí, antes de hincarle el diente, damos las gracias por todo lo bueno que tenemos, por los amigos, la familia... pero sobre todo por haber sido capaces de no quemar el pavo.


domingo, 25 de noviembre de 2012

Happy birthday with Clint



Esto de tener un cumpleaños que dure 33 horas es terrible. Y menos mal que no tengo a gente querida en Australia, porque a estas horas estaría destrozada. Más de lo que lo estoy ahora. Destrozada pero feliz. Las vacaciones de Acción de Gracias me han sentado de maravilla. Lo de pasar finales de noviembre en pantalón corto y chancletas, paseando por la playa, es una auténtica gozada. Y la celebración de mis 31 primaveras ha sido lo más. El sábado por la tarde, después de una mañana de hiking y playita, me esperaban al otro lado del teléfono los mejores amigos que una persona podría pedir, con una coreografía digna de Fama expresamente creada para felicitarme. ¡Y aquí ni siquiera era 25 de noviembre! Desde entonces, no han parado de sucederse los regalos y las felicitaciones. Y con lo emotiva que es una, pues con la lágrima cada dos por tres.



Y hoy, que aquí sigue siendo domingo 25, he tenido una sorpresa ideal. Cuando volvíamos en coche hacia Palo Alto -porque todo lo bueno termina- hemos parado en un lugar maravilloso: Mission Ranch (Carmel). Esta absoluta preciosidad es un complejo con un hotel y un restaurante que pertenecen a Clint Eastwood. En los años 80, cuando el Ayuntamiento de Carmel decidió tirar el rancho y construir una urbanización, el señor Eastwood se compró el terreno para poder conservar el lugar tal y como estaba, aunque con notables mejoras. No me esperaba menos de Clint.


El paisaje es idílico, con montes, una pradera con ovejas (todas blancas excepto una; la clásica oveja negra, ya se sabe), y a lo lejos la playa. Y en el restaurante, músicos 'de verdad' tocando jazz al piano con un gusto exquisito. Una buena botella de vino tinto de la zona en las sillas del jardín y sientes que la vida es maravillosa por estos momentos de felicidad. Pero también estaba nerviosa, no creáis. Porque Mr. Eastwood suele ir de vez en cuando al restaurante a tocar el piano, y tenía la esperanza de que hoy fuera uno de esos días. A pesar de todo el tema de la silla vacía de Obama, es una de las personas que más respeto y admiro, y encontrarme con él sería grande. No soy muy mitómana, pero ya me estaba viendo delante de Harry el Sucio diciendo algo así como "Abb...ba...ba...hum...aaahh... yo...uhmmmmm...aaaahh". Lamentablemente, no he podido comprobar mi fluidez verbal. Pero se sentía su espíritu, su buen gusto, su sencillez (vale, en los precios no tanto). Me basta y me sobra para estar contenta.
 
 
Después de tantos días de celebración y algunos excesos, y antes de meterme de lleno en la Semana Detox (lo que en cristiano vendría a ser SÓLO sopitas de verduras), quería daros de nuevo las gracias (esto es un no parar), esta vez por lo cerca que os he sentido a pesar de estar físicamente tan lejos. En realidad lo de cumplir años lejos de los tuyos tiene su punto, porque emociona mucho más. Vuestros bailes estrambóticos, fotos con velas, la canción de mis niños favoritos... cumplir años así da gusto. Sólo pido que de aquí a que cumpla 32 las cosas sigan igual de bien para mí, y que vayan un poquito mejor para todos. Porque aunque te des un gustazo tomándote una copa de vino mientras ves la puesta de sol, nunca puedes olvidar todo lo que está pasando. Y entre otras cosas, que hoy, además de ser el día en que yo nací, también -y mucho más importante- es el Día Internacional contra la Violencia Machista, y que en lo que va de año, en España, llevamos la terrorífica cifra de 43 mujeres asesinadas.
 
 

Hoy me gustaría despedirme con un pequeño homenaje a alguien que me ha estado acompañando durante estos días en Paso Robles. Se llama Paul y es un gato que nos vio por la calle cuando llegamos, decidió colarse en el jardín de nuestra casa y ha estado con nosotros hasta hoy, cuando hemos tenido que verlo alejarse desde el coche. Y quién lo diría; ya lo echo de menos. Le puse ese nombre por Paul Newman, probablemente el hombre más bello de la historia y cuya marca de vinos, muy ricos y solidarios, hemos podido degustar estos días. No soy una persona 'de gatos', pero Paul me ha ayudado a sobrellevar la morriña, y he podido darle todos los besos y achuchones que os debo y que espero poder daros pronto. 
 
 

jueves, 22 de noviembre de 2012

Thank you!


¡Feliz Día de Acción de Gracias!


Difícil estar mejor, la verdad. California, sol, calorcito, playa, vacaciones, amigos y una casa enorme para nosotros, en la que poder quemar el pavo. En ello estamos ahora. Y yo apartada en la mesa del comedor (que parece la mesa de una familia de Trolls gigantes. Los pies no me llegan al suelo cuando me siento). Me han puesto una cervecita y me han dicho que no hay sitio en la cocina para más de dos personas. Que me avisarán cuando la cena esté lista. Me siento como un hombre. 


Pero así aprovecho para escribir antes de que abramos el vino y la cosa se ponga intensa. Además tenemos que darnos los regalos. ¿Regalos de Acción de Gracias? Es que ninguno de los que estamos aquí somos norteamericanos, así que hemos decidido hacer una mezcla de Thanksgiving con Navidad. Es lo bueno de vivir en un país libre.


Le he comprado al Científico un reno de Papa Noel que defeca caramelos de color marrón. Creo que puede llegar a emocionarse. Sé que estáis ansioso por saber si he metido la cabeza en el pavo. Lamento deciros que, mientras escribo estas líneas, el pavo está todavía en el frigo (lo que no es una buena señal, porque necesita unas cuatro horas para cocinarse, y se nos va a acabar el vino). Pero antes de ir a la playa le he echado un vistazo y creo que mi cabeza, aunque es pequeñita, no va a caber. Es lo que tiene comprar el pavo más barato. Así que creo que me decantaré por el 'fisting'. Espero poder mostraros la instantánea de mi brazo en tierras oscuras en el post del lunes. 


Hasta entonces, no tengo más que daros las gracias por estar siempre al otro lado, por leer mis 'tonterías' y darme ánimos para que siga escribiendo. También estaría bien que os hiciérais seguidores del blog (en el recuadrito de la derecha), pero por qué pedir más. Hoy es un buen día para dar las gracias. Y yo tengo mucho que agradecer. 

Thank you all!!!

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Ni burros ni bueyes, sólo pavo



Venía rumbo a mis soñadas mini vacaciones de Acción de Gracias cuando me he enterado de lo del burro y el buey. Ha sido un shock. De repente la historia cambia. El Belén de nuestro imaginario está equivocado y tenemos que seguir viviendo como si nada hubiera pasado. Pero pasa. Ahora va a resultar que el único personaje que de verdad estaba en el Nacimiento original era el Caganer. Un problema diplomático si tenemos en cuenta cómo están las cosas entre Cataluña y España en estos momentos. ¿Y qué va a pasar con todas las figuras de animales que las gente que se dedica a esto ya ha tallado? Lo digo absolutamente en serio. No teníamos bastante y un nuevo obstáculo para los pequeños empresarios. Yo propongo hacer Belenes sólo con animales, con los muchos que van a quedarse esperando en las estanterías. Porque la Historia nunca es una, depende siempre de quién la cuente.


Aunque lo que a mí realmente me preocupa es mi abuela. Porque ella ha puesto durante toda vida, con absoluta dignidad, un Belén en el que el Niño era diez veces más grande que los animales del pesebre. Imagino que por darle énfasis a la cuestión. ¿Y qué va a hacer ahora? La estampa ha perdido todo el espíritu vanguardista que tenía. No, no es un tema baladí. 


Pero dejando de lado el texto del prestigioso teólogo con zapatos de Prada, ya estamos en Paso Robles. Hemos venido a pasar este largo fin de semana un poco más al sur, donde tenemos muy buen tiempo, playas, montañas y viñedos. ¿Alguien da más? Ahora mismo os escribo desde el jardin de la casa en la que nos alojamos, viendo las estrellas, que aquí no están sólo en el cielo sino que bajan hasta el frente y dan muestra de que la Tierra es, en efecto, redonda. Una maravilla y a la vez un tema que siempre me ha resultado inquietante. Me refiero a las estrellas. Con sólo mirarlas durante unos segundos te sientes pequeña, una minúscula parte del vasto Universo. 


Eso sí, no creáis que todo es naturaleza y misticismo. Hemos traído un pavo. Y como en las películas, resulta que no tenemos suficiente tiempo para descongelarlo de aquí a mañana, así que ya nos veo con un soldador, y después con un extintor para poder salvar la casa. Y sí, como os dije, es muy probable que acabemos cenando en el Pizza Hut, felices como unas castañuelas. Yo voy a intentar meter la cabeza en el pavo porque me hace mucha gracia (¿y a quién no?), pero no prometo que pueda sacarla. Así que recordad mi cara, por si las moscas. Sé que estáis ansiosos por saber cómo acaba todo, así que don't worry, aunque mañana sea fiesta en 'nuestro' país, os haré una crónica detallada del día en el que la gente de por aquí se junta para agradecer lo que tienen y lo que son.