Me siento feliz. Todavía no hace cuatro meses que estoy aquí, pero parece que ya me he hecho un hueco. Cuando llegué, mirando este 'nuevo mundo' con ojos escépticos, pensé que sería muy difícil. Y nadie dijo que fuera sencillo. Cada día es un nuevo reto. Levantarme temprano y llevar una vida productiva, a pesar de no tener un puesto de trabajo al que ir. Pero me he esforzado mucho, y como bien dice el hombre sabio, si siembras, recogerás.
Ahora estoy viendo los primeros frutos, y la verdad es que todo sabe mucho mejor cuando llega gracias al tesón. Puedo decir que tengo buenas amistades, un entorno amable y acogedor y varias puertas que se abren frente a mí. Cuando veo alguno de los muchos reportajes dedicados a la gente joven que sale de su país para buscar algo mejor, en un momento en el que las cosas están especialmente oscuras, me gustaría gritarles que se puede. Sólo hay que apretarse el cinturón, tener paciencia, no desesperarse y trabajar duro por encontrar un espacio propio. ¡Y claro que se echa todo de menos! Pero cuando me asalta la nostalgia, me obligo a pensar que será todavía mejor el reencuentro con la propia tierra después de tanto tiempo de añoranza.
No están las cosas como para ponerse 'estupendos'. Esto es lo que hay y así hay que tomarlo. Obviamente, las cosas también pueden salirnos mal. Pero nunca me habría perdonado el no haberlo intentado. Nuestros países, esos que se tambalean, están llenos de gente brillante que sólo necesita una oportunidad. Y si quienes tienen que dárnosla no lo hacen, por qué no intentarlo en otra parte? No les debemos nada. Pero sí nos lo debemos a nosotros mismos. No me resigno a que la desesperanza pueda con nosotros.
Escribo este post ilusionada por las cosas que están por venir, pero también pensando en personas queridas que están viviendo momentos de incertidumbre. A veces cuesta ver el lado positivo de las decisiones tomadas. Pero todo es aprendizaje, es experiencia. Y estoy convencida de que, con la actitud adecuada, lo bueno llegará.
Nuestra casa, nuestra gente, nos espera. Y siquiera sólo por el orgullo que sienten por lo que estamos haciendo, todo esto merece la pena. Nuestros abuelos ya lo hicieron, con una pequeña maleta y cuatro duros en el bolsillo. Y sin saber idiomas. Si a veces nos cuesta por nosotros, hagámoslo al menos por ellos. Por honrar su memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario