lunes, 5 de noviembre de 2012

Jornada de reflexión


Se supone que es hoy. Pero yo no veo a nadie reflexionando. Y claro, yo tampoco lo hago porque no puedo votar.


En realidad entiendo que estén exhaustos después de tantos meses de convenciones, debates y sondeos. Y en los estados en los que todo el pescado está vendido, parece que no hay mucho que pensar. Es una actitud peligrosa, pero muchos creen que su voto no cambiará nada, y es normal creerlo si llevan una eternidad diciéndote cuál será el resultado en tu zona antes de que nadie haya depositado su voto.


Sinceramente, tengo ganas de que todo esto termine, aunque es posible -poco probable, pero posible- que las cosas cambien a peor después de las elecciones. No en California, estado tradicionalmente demócrata, pero sí en el país. Y aunque no podemos votar, las políticas nos afectan de forma directa. Especialmente en la cuestión de los impuestos, pero también en otros temas de carácter ético-moral, de absoluta importancia. Da miedo pensarlo.
 
 
Pero siendo optimista, por fin dejaré de ver esos carteles que los vecinos colocan en la entrada de sus casas gritando al mundo entero quién les gusta más: Obama y Biden o Romney y Ryan. Supongo que, cuando todo pase, volverán a colocar el típico cartel de 'Cuidado con el perro'.
 
 
Y hay que decir que en un lugar tan gigantesco se pierde la emoción del momento. Porque la diferencia horaria dentro del país también se nota en la jornada electoral, que empieza y termina Dios sabe cuándo (toda mi solidaridad con los compañeros periodistas que tienen que cubrir los resultados. Les puede salir barba esperando. Sí, a las mujeres también.). Lo normal es que los resultados definitivos salgan en unos cuantos días, y parece que este año, con lo ajustado de las encuestas, puede ocurrir algo similar a lo del estado de Florida en 2000. Así que tocará esperar para saber si 'seguimos pudiendo' o si Romney tendrá el poder de plantear un Decreto Ley para que en todos los hogares de Estados Unidos se celebren obligatoriamente las 'Olimpiadas familiares' que él impuso en su casa y de las que se siente tan orgulloso. Os digo desde ahora que puede ser un motivo de peso para que una servidora decida abandonar el país.
 
 
La suerte está echada.
 

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