domingo, 11 de noviembre de 2012

Noches alegres...



...mañanas tristes, que se suele decir.


Para la mayoría de vosotros es lunes (ya, lo siento mucho) pero yo sigo en domingo, y claro, por esa regla de tres, ayer fue sábado. Segunda fiesta de Halloween del año, alegría, alborozo, incluso un baile a lo Dirty Dancing con un drag queen de 1,90, y hoy me cuesta hasta teclear. Tendríais que verme (o mejor no): me quedo paralizada cada dos palabras, se me cierran los ojillos y me pesa la cabeza... Si es que ya no tenemos edad.
 
 
En el modo standby en el que se encuentra mi cerebro no puedo hacer muchas cosas a la vez, ni creo que sea capaz de hilar perfectamente los contenidos del post de hoy, pero por otro lado noto que tengo una mente preclara. ¿No os ha pasado nunca? Es como si hoy pudiera ver cosas que normalmente me pasan desapercibidas. "¡Oh! El bolígrafo tiene la punta cuadrada, no redonda y con agujero como los Bic de siempre. ¿Y entonces, si te lo tragas, cómo hacer para no ahogarte? Vaya, vaya... ¡Ala! Una mota de polvo a contraluz...". También los sueños que he tenido han sido especialmente extraños (y he de reconocer que soy una soñadora espectacular incluso en días comunes). En realidad, sentía que no estaba dormida. Simplemente he cerrado los ojos y ha aparecido ante mí una máquina de hacer agua de colores. Así, sin más. Una auténtica pieza de ingeniería de última generación, sin haber estudiado nada de eso en mi vida. E incluso iba girando para que pudiera verla por delante y por detrás, y captar los detalles de la construcción. Siento que alguien quiere comunicarme algo. ¿Quizá sea yo la elegida? Ahora entiendo mejor a Marc Anthony cuando insistía en que la difunta Rocio Jurado le había dado la letra para su próxima canción en un sueño. Entonces, algo escéptica, pensé que venir del más allá para decirle algo a Marc Anthony podía ser una pérdida de tiempo importante. Pero ahora que a mí también me ha ocurrido, debo decir: Te creo, Marc.
 
 
En este estado que imagino similar al de un viaje con Peyote -nunca se sabe si le pusieron algo a la crema de calabaza- me percato de que POR FIN Halloween ha terminado. Ha sido un poco más largo de lo que había imaginado, la verdad. Ahora toca tirar las calabazas con caritas. Y os aseguro que hay que hacerlo, porque en la mía, que no quise tirar porque le cogí mucho cariño, creció una enorme cosa blanca que asomaba por la zona de los ojos y que se iba haciendo más y más grande por segundos. Creí que llegaría a envolverme por completo con sus tubitos esponjosos y dejarme aprisionada, paralizada, lejos del Iphone. Tuve miedo.  Así que niños y niñas, ya sabéis: aunque tengan cara, se pudren igual.
 
 
Pero decía que esta fiesta nos deja libres hasta el año que viene, pero ya llegan otras; todas las tiendas han cambiado ya su pasillo naranja por el de decoración navideña. Y antes, tenemos el Día de Acción de Gracias, ese en el que, por lo que parece en películas y series, los invitados beben y acaban discutiendo, lo que lleva inexorablemente a que el pavo se queme y terminen el día comiendo en el Pizza Hut, pero muy contentos y agradecidos. Quedan exactamente diez días. Sólo espero estar recuperada para entonces.  
 
 
Cheers!!

  

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