Antes de nada, un par de apuntes sobre el tema estrella en este país. No es la misión de este blog informar sobre las elecciones, porque hay muchas compañeras y compañeros que se dedican a ello y que son quienes conocen el tema en profundidad. Pero sí quería decir que siento alivio. No alegría, como alguno apuntaba, porque no creo que la situación de Obama vaya a mejorar mucho con respecto a la anterior legislatura teniendo en cuenta que el Congreso sigue siendo mayoritariamente republicano.
Pero sí me siento aliviada porque tener ese Congreso con un presidente como Romney hubiera sido muy peligroso. Aun así, no podemos olvidar que el voto de derechas está muy presente: son 52 millones de estadounidenses. Pero hay datos esperanzadores, como el aumento del voto latino y su importancia para la victoria demócrata. Los inmigrantes serían uno de los grupos de población que peor parado hubiera salido de tener a Mitt Romney como presidente. No en vano, Obama ha tenido el voto masivo de las minorías (estaba pensando que la frase puede parecer contradictoria, pero no lo es; las minorías son mayoría por aquí).
¿Una alegría? La legalización del matrimonio homosexual en Maryland y Maine. Y la decepción del No la eliminación de la pena de muerte en California, algo que no acabo de entender teniendo en cuenta que somos un estado 'azul'. Pero no todo es tan sencillo como parece. Era una proposición polémica desde un principio, pero lo realmente sorprendente -para mí, por lo menos- es que el argumento para eliminar la pena capital era meramente económico. Tener a esos presos esperando en el corredor durante años cuesta dinero. Leía hoy en el New York Times la opinión de una mujer que había votado sí a la eliminación de la pena de muerte, que decía algo así como que si dicen que van a matar al reo y lo hacen al día siguiente está bien; si no, el proceso se hace muy largo y sale caro. Pues vale.
Y después de estas breves notas, vamos a nuestro asunto: a las daily tales.
Los que habéis pasado un tiempo viviendo en el extranjero sabéis lo que es crear un gupo de amistades de diferentes nacionalidades, casi todos relacionándose en un idioma que no es el suyo. Es un caos divertido. Comparto mis clases de alemán con gente de Corea, India, Polonia, Holanda, Japón,... todos aprendiendo alemán en inglés. Lo que podría denominarse doble vuelta de tuerca. En yoga, casi todos los alumnos son asiáticos y, como os comenté, ni siquiera la profesora se encuentra demasiado cómoda explicando las asanas en un idioma que no es el suyo. Y en el grupo de gente con la que más me muevo, sobre todo alemanes, pero también norteamericanos, de origen latino, canadienses, australianos,... en fin, la Torre de Babel. Y cuanto más te conoces, cuando la confianza va creciendo, más expresiones te salen en tu propia lengua, porque es lo natural. Con los alemanes hago tímidos intentos de poner en práctica lo aprendido en el curso, pero mis conocimientos son tan básicos que sólo llego a decir cosas como "el gato está en mesa y un reloj veintitrés por favor muchas gracias". No da mucho juego para una conversación, la verdad, pero seguiré intentándolo.
Mientras, nuestras mejores amigas han aprendido la expresión castellana 'Madre de Dios', que al Científico tanto le gusta y que ellas se empeñan en repetir a pesar de mis advertencias de que sólo los señores mayores con boina y cachaba la siguen utilizando en el siglo XXI. Y yo me empeño en usar slang (jerga coloquial), así que saludo a la gente cercana con un 'Hey Yo' mientras muevo los brazos como un personaje de The Wire. Pero este fin de semana, hablando con un amigo que se ha criado en una zona de bandas, donde latinos, negros y vietnamitas tienen su propio slang, he vuelto a la realidad: lo de 'Jo' no se usa. Sí en la costa este, pero no aquí. En California funciona más lo de 'Bro' (por 'brother'). Pero otro mazazo: en Palo Alto nadie utiliza este tipo de expresiones, y tampoco les gusta escucharlas. Sí, lo sé, debí haberlo imaginado. Pero yo sigo en mis trece y ahora he adaptado el saludo a: 'Hey, Hey, Sis' (por 'sister'), aunque sigo igual con lo de los brazos. No lo puedo evitar.
Lo de los acentos también es curioso. A mí normalmente me confunden con una francesa (no con una en concreto, listillos, sino con las francesas en general). ¿Por qué? No idea. Es el juego de los acentos, y por aquí les encanta. Pero por ahora nadie ha acertado conmigo. Lo de mi nombre también parece una batalla perdida. Me llamo Ane. "¿Ana?" "¿Anya?" "¿Ani?" Sí, perfecto. ¡qué más me da! Simplemente llámame 'sister' y te contestaré con un 'Hey Yo' de los míos.
Nosotros también vamos adoptando expresiones de por aquí. Yo uso mucho lo de '¡Oh, my God!', y al Científico le encanta '¡What the f...!', que ya de por sí es poco elegante, pero con el acento vasco y su físico imponente parece uno de los gritos del bárbaro de Gladiator con una cabeza de romano agarrada de los pelos.
En fin, que me da pena escuchar a algunas personas decir que sería mejor tener un idioma en el que todos nos entendiéramos. La idea me horroriza, primero porque seguro que el idioma elegido sería el inglés y todos los demás nos iríamos a la mierda -empezando por los más pequeñitos y valiosos-, pero sobre todo porque se perdería toda la riqueza de la Torre de Babel, que tantas risas y alegrías nos da.
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