De pronto, estás en otro país, en otro continente.
Chinatown no son sólo tiendas de souvenirs y farolillos de colores, es todo un mundo por descubrir. Pero hay que adentarse en este curioso barrio sin miedo y con curiosidad.
A mediados del siglo XIX, la fiebre del oro atrajo a miles de chinos a California, en busca de una suerte mejor. La mayoría venían de la privincia de Guandong y hablaban dialectos cantoneses. En San Francisco, se instalaron desde un principio alrededor de Portsmouth Square, una plaza en el centro de la ciudad. En 1853, la zona tomó el nombre de Chinatown.
Desde un principio, la población china fue discriminada, hasta el punto de sufrir el Chinese Exclusion Act (1882), que bloqueó la entrada de asiáticos a Estados Unidos en la primera importante restricción de la inmigración en el país. También se impidió que los residentes, incluso los menores nacidos en los Estados Unidos, obtuviesen la ciudadanía americana, y se prohibió la entrada de mujeres chinas aduciendo que venían a ejercer la prostitución.
La situación para la comunidad china era muy complicada, y tras el terremoto que asoló San Francisco en 1906 los gobernantes de la ciudad decidieron que era el momento idóneo para echar a los vecinos de esa zona. Pero uno de los empresarios de Chinatown les propuso reconstruir las calles en las que los chinos habían vivido durante años, esta vez con un marcado atractivo turístico. Edificios de estilo oriental, comercios, restaurantes,... la idea cuajó.

Pero donde realmente todo cambia es al llegar a Stockton Street. ¿Cómo? ¡Si estamos en China!

Todo el barrio viene aquí el fin de semana a hacer sus compras de alimentación. Los carteles están escritos en chino, también los nombres de los alimentos (muchos de los cuales son imposibles de identificar para una servidora), y sólo se oye hablar en su idioma mires a donde mires. Los olores son fuertes, sobre todo cerca de las tiendas que venden pescado seco, y también en las pescaderías propiamente dichas, en las que los peces vivos saltan tratando de escapar de las bandejas en las que se les muestran a los clientes.
Todo tipo de productos envasados, desde setas y hongos a frutas o verduras. Precios muy asequibles y platos típicos tradicionales para una parte de la población que parece vivir de forma modesta.
Un lugar tan auténtico que puede resultar chocante para una persona que crea estar en Estados Unidos y se encuentre con una cultura entera concentrada en unas pocas calles y en una plaza en la que hombres chinos de todas las edades juegan al ajedrez mientras fuman tabaco de liar. Pero esto no es Sanfran, esto es Chinatown!
Zài jiàn!!
Esto me recuerda a Pradolongo, una zona del distrito de Usera, en Madrid. Es genial sumergirse y pensar que uno está en China de golpe y porrazo, con lo que a mi me gusta todo lo chino! Me molesta mucho que la gente se meta con los inmigrantes chinos, yo desde luego no podría pasar sin ellos: ¡hasta me corto el pelo en sus peluquerias!
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