Por fin sé de dónde viene todo. Un estudio que acaba de publicar la revista JAMA Psychiatry afirma que las personas nacidas durante la recesión económica de los años 1980-1982, tienen más probabilidades de desarrollar problemas de comportamiento -como abuso de drogas y delincuencia- durante su adolescencia, que los nacidos en periodos con un bajo nivel de desempleo.
Yo soy del 81, así que me veo perfectamente reflejada. Lo de la delincuencia no es lo mío; una vez cogí un chupa-chups gigante (de los de 25 pesetas) en una tienda de chuches sin pagarlo, y para cuado llegué a la altura de la puerta estaba hiperventilando tanto que tuve que volver a dejarlo en su sitio. En cuanto a las drogas... lo de ser adolescente en Euskadi tiene otro peligro que se une al tema de la recesión: el kalimotxo. Confieso que he pecado.
Fuera de bromas, el desempleo prolongado en las familias, como es obvio, puede generar un mal ambiente que repercutirá en los menores. Aunque, como dicen los autores del estudio, "no sólo el desempleo, también un trabajo poco satisfactorio puede llevar a una baja autoestima y a menores ingresos, y afectar negativamente a la crianza de los hijos".
El American Journal of sociology dice también, al hilo del tema del desempleo, que el paro, más que la infelicidad en la pareja, predice el divorcio (especialmente en los hombres). Los investigadores de Ohio dicen que "para los hombres, no tener trabajo incrementa la capacidad de iniciativa para dejar la relación". Y añaden: "Los hombres siguen estando bajo un patrón antiguo que los estigmatiza si están haciendo el trabajo que se presupone que pertenece a la mujer". Una de las profesoras de la Universidad Estatal de Ohio que firma la investigación dice, concretamente, que "sigue siendo inaceptable para los hombres quedarse en casa y cuidar de los niños", aunque sea una consecuencia de los efectos del desempleo en las familias.
Me da pena. Alguna vez, viviendo en California, hemos hablado de esta cuestión. Y he escuchado a mujeres que decían que no se sentirían bien con un marido que se quedara en casa cuidando de la prole, porque es "poco masculino". Yo reconozco que a veces no sé cómo reaccionar porque son prejuicios que nunca me han entrado en la cabeza. En mi caso concreto, tanto mi padre como mi madre han trabajado fuera de casa, y han sido siempre los dos quienes me han llevado al médico cuando estaba mala, quienes me contaban cuentos antes de dormir y también los que me han echado la bronca cuando estaba siendo (algo) insoportable. Pero también me he encontrado con mujeres poco mayores que yo que me argumentaban que sus maridos no iban con sus hijos al médico porque "no sabían", o porque "no los habían educado así y eso ya no se cambia", y montones de estupideces parecidas.
Sí, estupideces. Y sobre todo en un momento como el actual, en el que la vida de los miembros de una familia puede dar un vuelco de un día para otro por motivos económicos. Y puede que, en un hogar en el que el padre ha sido siempre el mayor procurador de ingresos, lo echen del trabajo y sea su mujer la única encargada de conseguir el dinero para que la familia subsista. ¿So what? Son tiempos jodidos para todos. No puede ser que por ello tengan que pagar los más pequeños -que ni siquiera saben lo que les está ocurriendo a sus padres- y tampoco que las dificultades lleven al traste montones de matrimonios por un 'simple' problema de falta de adaptación a las nuevas circunstancias. El mundo, hoy en día, es el que es. Y si no queremos que nos coma y que destruya nuestras parejas y nuestras familias, no tenemos más que plantarle cara juntos, sin diferencias y sin vergüenzas. Porque, desde luego, en ningún caso somos nosotros los que tenemos que sentirnos avergonzados.
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