miércoles, 16 de enero de 2013

Strangers in the night

 
 
A veces me pregunto por qué soy así. Por qué no sé parar cuando tengo delante a una persona muy peculiar, potencialmente peligrosa, que a los tres segundos de conocerme ya me  cuenta su vida. Supongo que es por mi curiosidad insaciable, y porque siempre siento que sacaré algo de provecho -nada material, se entiende, sólo más conocimientos-. Y es que te lo ponen tan difícil... Esta tarde estaba en un bar tratando de escribir el post de hoy, cuando un tipo de mi edad se ha sentado cerca de mí. Lo sabía, lo notaba, así que he tratado de no levantar la cabeza del cuaderno. Pero me ha preguntado la hora y esa ha sido mi perdición. En cuanto le he respondido, ha llegado la pregunta habitual: "¿De dónde eres?". Sí, es cierto, se me nota mucho el acento, qué le voy a hacer. Sé que cuando doy esa información estoy perdida, porque eso va a llevar a un "¡Oh!" y luego a un "Me encanta España, me encanta el País Vasco, nunca he estado, ándale ándale", y de ahí a la imposibilidad de huir.
 
En el caso de hoy he sentido incluso miedo. Era un chico joven, de 27 años, que en el primer instante me ha informado de que provenía del Reino Unido pero había sido concebido in vitro y a los tres días de nacer lo habían traído a Estados Unidos con su nueva familia. Vale. Resulta que su familia es de todo menos modélica: su padre coleccionaba pornografía infantil, igual que su hermano, y su madre era una alcohólica. Bien. Él dice no parecerse en nada a sus familiares pero ha vivido un pasado enganchado a la cocaína, el cristal y la heroína. Eso sí, no bebe porque es malo para la salud. También ha estado casado con una mujer colombiana, y tiene cuatro hijos repartidos por los Estados Unidos, a los que no ve porque "ya sabes cómo son las mujeres". Pero ahora es muy feliz porque ha dejado las drogas y es abogado. Y como buen abogado que es, sabe a ciencia cierta "quién miente y quién no". Perfecto.
 
 
Obama no le gusta porque dice que 'nuestro' presidente "odia a las personas con discapacidad". Ojiplática. Que por eso votó a Romney, pero que en realidad no le interesa la política. Y que es posible que lo de la sanidad pública esté bien, pero que como él nunca se pone enfermo, no le importa. Lo que sí le importa -y mucho- son las mujeres: las mexicanas son maravillosas pero siempre tienen que estar con muchos hombres a la vez; las indias mienten y no te dicen que están casadas cuando tienen relaciones contigo; las rusas son increíbles porque parecen princesas de hielo... y así, hasta el infinito. ¿Qué por qué no me he levantado y le he tirado la copa de vino encima? Porque me interesa escuchar. O, si queréis, porque me va la marcha.
 
 
También se ha puesto profundo y me ha dicho qeu él es Batman y Obama es el malo de la peli, y su familia está confabulada con él. Eso, sin dejar de destacar que el hecho de que llevara un plumífero le hacía parecerse a Javier Bardem. Estaba muy contento porque ha conocido a una chica por internet que se iba de viaje, igual que yo -qué casualidad-, y siente que con ella va a tener una nueva oportunidad en la vida. Podéis pensar lo que queráis, pero yo me alegraré por él si la cosa les va bien. Es verdad que he ido mirando hacia atrás disimuladamente mientras volvía a casa, porque su obsesión con la necesidad de tener a Dios en nuestras vidas y erradicar el vicio me han dado mala espina. Pero no ha pasado nada, ni pasará. Es sólo gente que se encuentra sola en este país gigantesco con un individualismo inusitado. Y poder encontrarse con alguien que, aunque sea durante media hora, les escuche y trate de comprenderles, les hace la vida un poquito más fácil. ¿Y quién soy yo para negarles ese alivio?

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