Dentro del programa del Festival de Cine de Palo Alto (sí, aquí también tenemos festival, aunque es muy modesto y está empezando), he tenido la oportunidad de ver un cortometraje sobre el amor, o más bien sobre la expresión del amor en nuestro cerebro. Un título atractivo, The love competition, y un reto: expresar amor por alguien tan intensamente como le sea posible durante cinco minutos, metido en una máquina de resonancia magnética funcional. Así de simple. Y así de complicado. Porque, ¿puede uno forzar su cerebro a sentir amor en un momento determinado? Si eso fuera posible, sería un buen ejercicio para practicar en los malos momentos de la vida. Simplemente para, respira y trata de expresar todo el amor que sientes, o que has sentido alguna vez. Y todo irá mejor, seguro. No voy a desvelar los resultados del experimento, porque podéis ver el vídeo en el enlace de más arriba, y merece la pena. Pero sí quiero hacer una pequeña reflexion sobre lo que el cortometraje me ha hecho sentir. Escuchar a cada uno de los participantes contar su idea de lo que es el amor, y la estrategia que iban a utilizar para expresarlo durante la prueba, demuestra que lo que identificamos como un sentimiento universal es, en realidad, algo tan íntimo y tan personal que no creo que pueda medirse. Porque puede sentirse amor romántico, pero tambien existe el amor fraternal, el amor hacia lugares, momentos, incluso el amor hacia uno mismo o hacia la totalidad del universo (esto ya en plan New Age).
¿Y es más intenso, por definición, el amor del enamoramiento que el el que se profesa una pareja despues de toda una vida de unión y con un conocimiento mucho más profundo el uno de otro? ¿Valen más esas hormonas desbocadas que un nivel saludable de endorfinas a lo largo de toda una vida? Nuestra sociedad tiende a elevar la idea del amor romantico, del amor 'fou', por toda esa tontuna, ese mareo y las mariposas en el estomago. Y es cierto; son sensaciones maravillosas que todo el mundo debería sentir al menos una vez en la vida. Pero hoy quiero reivindicar ese amor reposado que sólo se consigue con el tiempo y en el que sobre todo pesa el respeto y la admiración.
Hace tiempo que deje de estar de acuerdo con eso tan italiano de l'amore non è bello se non è littigarello, en castellano algo así como 'me va la marcha'. No es más que una de las consignas de la sociedad del patriarcado, que se sustenta en los arquetipos del 'hombre macho' y la 'mujer histérica', y a partir de ellos nos vende imágenes como la de la mujer desvalida y vulnerable que encuentra al tío que la ponga firme, la del ansia de la 'esposa-madre' que se topa con hombres con grandes problemas afectivos y de comportamiento y es feliz tratando de cambiar algo que nunca va a dejar de ser así, y muchas más. Y gran parte de la culpa la tienen esas dichosas películas 'para chicas' que se han encargado durante décadas de transmitir esos mensajes sobre la pareja, el amor, la pasión, fundamentados en la desigualdad y en la falta de respeto. ¿Que Pretty Woman es romantica? ¿Que cualquier mujer ha fantaseado alguna vez con ver a Richard Gere apareciendo en una limusina para rescatarla? ¿Rescatarla de qué? ¿De una vida demasiado 'liberal' para una mujer, quizá? ¿Y cuáles son esas grandes diferencias entre el chulo del personaje de Julia Roberts y el personaje de Richard Gere? ¿Que el segundo le paga más?
Ya basta de enarbolar la bandera del feminismo y seguir soñando con historias de caballeros y princesas. En el mundo real una mujer no necesita que la salven, y un hombre no tiene por qué ser un discapacitado emocional. Una pareja -homosexual, heterosexual,... una pareja- tiene que componerse de individuos autosuficientes, que no se necesitan sino que se quieren. Es una linea muy sutil, pero caer en el lado equivocado puede destrozar vidas. Quien bien te quiere no te hara llorar, quien bien te quiere llorará contigo si hace falta y después te ayudara a seguir adelante. Tener cerca a personas que hacen que tu vida sea mejor y que tú seas una persona mejor cada día es la esencia del amor, lo más difícil de encontrar, lo que más trabajo cuesta mantener y lo más gratificante a la larga. Y ese sentimiento, sin duda, tiene todas las de ganar en cualquier competición que se le ponga por delante.
¡No puedo estar más de acuerdo! Hay que acabar con esa idea del amor que nos han vendido desde siempre... Cuando escucho esas cancioncitas tipo "sin ti no soy nada" me repatea... Si no eres nadie sin el otro ¿qué tienes para ofrecerle a él o al mundo? Pues eso :)
ResponderEliminarPersonalmente, 'Sin ti no soy nada' es una de las canciones que más detesto. Creo que manda un mensaje muy peligroso.
ResponderEliminar;)