La vida no está como para derrochar. Y menos aquí. Así que hay que buscarse la idem para poder sobrevivir cada mes. Sólo con un sueldo para dos -sabéis que no puedo trabajar, por el tema visado- y viviendo en el centro de la ciudad, las cosas se ponen muy difíciles. Así que, por primera vez en mi vida, me he aficionado a recaudar cupones en todos los establecimientos. Cuantos más, mejor. Y observando mi arsenal (5% de descuento en papel higiénico, dos dólares menos al comprar productos vitamínicos, y un largo etcétera), me he dado cuenta de que en estos meses he depurado las técnicas de ahorro que conocía, y puedo decir, no sin sonrojarme un poco, que me estoy convirtiendo en toda una experta. Y como soy de las de compartir, he decidido daros algunas claves. Quizá no os sirvan tanto donde vivís ahora, pero quién os dice que en un futuro no os vayáis a mudar a esta ciudad de cuento.
TIPS para ahorrar en Palo Alto
1. Utilizar cupones para todo. Llevaremos la cartera llena de papelotes, pero merecerá la pena sólo por la ilusión que hace mirar el recibo nada más salir de la tienda. ¡Sí! ¡Me ha tocado bono descuento del 10% en cepillos para el pelo con cerdas naturales!!!
2. Sacarse tarjeta de todos los establecimientos. Ya tengo unas diez y sumando. En este caso, la cartera estará más abultada y será más difícil de cerrar, pero podremos conseguir importantes descuentos sin necesidad de gastar nuestros cupones. ¿Una buena idea para no destrozar carteras? La mayoría de tiendas te dan también una tarjetita pequeña que puedes llevar con tus llaves. Quién le iba a decir a San Pedro que llegaríamos a estos límites.
3. Buscar las ofertas como si te fuera la vida en ello. ¿Por qué tenemos tantas latas de atún? Porque estaban de oferta, 7x6. ¿Y esta lata de una cosa que no alcanzo a reconocer por la foto? No sé lo que es, pero estaba de oferta, 50 céntimos en lugar de dos dólares! Ah, entonces vale, aunque sean excrementos de foca monje.
4. Vivir de la Happy Hour y de la Free Food. En este tema estoy intentando sacarme algún título para añadir a mi currículum. Sí, ya sé que por allí también hay montones de personas especializadas en la caza del canapé. Pero ellos lo hacen por gula, yo lo hago por ahorrar.
5. Comprar el tabaco en rebajas. Partimos de la base de que en este país el tabaco se vende en farmacias (lo que aquí se conoce como farmacia es también un supermercado, tienda de revelado de fotos y estanco. Vamos, que puedes pasarte medio día dentro). Uno de esos establecimientos en Palo Alto no sólo vende tabaco, sino que hace interesantísimas ofertas que consiguen que las cajetillas salgan incluso más baratas que en España. ¡Así se hace! Todos unidos contra esa lacra social.
6. Cortarse el pelo en casa. En esto sí que me estoy planteando cambiar de vida y abrir un negocio de styling (lo de 'peluquería' por aquí no se lleva) en cuanto tenga permiso de trabajo. Empecé cortándole el pelo al Científico, porque una cosa que él tiene es que es muy agradecido. Pero al ver que iba reduciendo el número de trasquilones por corte, me atreví con mi frondosa melena. Sólo sé hacer melenas Bob, pero es lo que se lleva ahora en todas las pasarelas internacionales, así que fetén. Sé que pensáis que debería ir a Stanford Pelo. Lo sé, no he cumplido lo que prometí. ¿Pero no queréis que me sienta realizada como mujer y como esposa? Pues eso.
7. Ir a buscar setas (en el monte o en el propio campus). Que sí, que es muy divertido. Pero no siempre. Porque a veces llueve, y te resbalas, y se te manchan las botas, o el pantalón si te caes de culo. Y hay que levantarse al alba y afrontar la posibilidad de cruzarte con un león de la montaña (he aprendido que, en ese caso, hay que agitar los brazos y hacer ruidos raros. Como Leonardo Dantés). Cuando las buscamos en la universidad no hay riesgo de ataques de animales feroces, pero a mí los veinteañeros en bici me asustan, la verdad. Así que no lo hacemos porque nos guste, no. Lo hacemos para alimentarnos; para ingerir proteínas de alta calidad sin tener que pasar por la caja del Whole Foods. Y también para contribuir a la alimentación de nuestras amistades, todas en una situación precaria (Bimbo y queso en lonchas). Porque podéis pensar que somos agarrados, o muy mirados, o incluso catalanes (¡os quiero!), pero sobre todo, compañeras y compañeros, somos solidarios.
¡Salud!