Pongamos que estás en una estación de metro, esperando, con tu cámara al hombro. Pongamos que oyes gritos y ves cómo lanzan a un hombre a las vías del tren. Está muy cerca de ti, intentando subir al andén antes de que el metro, que ya llega, lo arrolle. ¿Qué harías? Podrías ponerte a hacer fotos del momento, de la lucha de un ser humano por salvar su vida. ¿Que no? Pues eso es lo que pasó hace un par de días en una estación de Nueva York. Un fotógrafo freelance que trabaja para el New York Post, en esa tesitura decidió, digo yo, que en lugar de ayudar a un hombre al que habían arrojado a las vías, podría ser de más utilidad disparar instantáneas de su agonía antes de que ocurriera lo inevitable. Y digo inevitable porque allí nadie se movió para ayudarlo. Ahora, este fotógrafo se defiende diciendo que no hubiera podido hacer nada por él de haberlo cogido por los brazos y haber tirado como si en ello le fuera la vida (paradójico pensamiento), así que decidió hacer fotos para que el conductor del tren se percatara del flash de la cámara y frenase a tiempo. Curioso que el lugar escogido para hacer señales fuera un encuadre perfecto para captar al hombre a punto de fallecer.
Las críticas al períódico por su portada, en la que se anunciaba que "este hombre está a punto de morir", han sido notables en los últimos días. Efectivamente, me parece una forma repugnante de vender ejemplares y es por eso que no tengo ninguna intención de reproducirla en este blog. ¿Pero es el New York Post el único culpable? O lo es también el fotógrafo, que dejó de lado sus emociones -si es que las tiene- por un buen negocio. Porque lo que ya me parece la monda es que este señor, en alguna de las entrevistas que ha concedido para excusar su actitud, ha dicho que él ni siquiera miró qué fotos había sacado después del suceso. Simplemente, entregó la tarjeta de memoria al periódico. En fin.
Pero en la estación también había un número importante de personas esperando al metro, y ninguna de ellas se acercó a ese hombre. Nadie trató de ayudarle. No puedo afirmar con seguridad lo que yo habría hecho en una situación semejante, pero tengo la impresión de que, por mucho que creas que no vas a ser capaz de sacarle de ahí, alguna fuerza tiene que empujarte a hacer lo que puedas por salvarlo. Lo realmente escandaloso no es la actitud del fotógrafo, ni la desvergüenza del periódico. Lo que más me preocupa es lo mucho que un suceso de este tipo dice de una sociedad. ¿Qué habría ocurrido de haberse producido una situación idéntica en otro país? Pues tampoco puedo decirlo. Pero lo que sí sé es que vivimos en la tierra del 'sálvese quien pueda', en la que los héroes reciben premios y homenajes públicos pero en el día a día cada uno se preocupa tan solo de salvar su propio culo -con perdón-, de seguir vivo en una jungla en la que sólo los más 'capaces' podrán sobrevivir. Visto lo visto, lo único que puedo hacer por ahora es mantenerme lo más apartada posible de la línea de seguridad del andén, no vaya a ser que me caiga y me saquen el perfil malo.
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