Desde que llegué a Palo Alto tenía pendiente ver otra vez La Red Social, la película de David Fincher y Aaron Sorkin sobre la creación de Facebook, que sorprendentemente, al menos para mí, el director consiguió convertir en una trepidante historia de engaños, traiciones, talento y ambición. Facebook es la mayor red social del mundo mundial (me apetecía darle fuerza), con cerca de un billón de usuarios en el planeta. Por si alguien todavía no lo sabe, fue creada por el jovencísimo Mark Zuckerberg cuando estudiaba programación informática y psicología en la Universidad de Harvard. Con sólo 20 añitos. Angelico.
Quién me iba a decir a mí, cuando la vi por primera vez, que me mudaría, igual que él y su compañía, a Palo Alto. Parece que Zuckerberg y sus colegas sabían que este era el mejor lugar para dar a conocer su idea. Y parece que así fue. No es casualidad el ambiente que se respira por aquí, con oficinas sin paredes, jefes que comparten mesa con sus empleados, camisetas y chancletas en lugar de traje y corbata... y sobre todo juventud, divino tesoro. Todo maravilloso. Pero para que todas esas ideas puedan ir a parar a alguna parte también tendrá que haber competición entre todos esos jovencitos ambiciosos de buena familia. Esa tensión también se siente en el ambiente, y apesta.
Una noche, en uno de mis bares habituales, conocí a un hombre joven, de la India, que trabajaba en el 'mundo de los negocios'. Todavía dándole vueltas a los dilemas que nos había planteado la película de Fincher, el Científico -que ya os dije que es experto en preguntar- le planteó si no era difícil mantenerse fiel a sí mismo entre gente tan competitiva y sin demasiados escrúpulos. Casi nos caemos todos de culo cuando nos dijo que él se sentía totalmente identificado con Zuckerberg, y que habría actuado igual en su situación. ¿Traicionando a su único amigo?- Inquirí. "Lo más importante es la empresa. En la empresa no hay amigos". ¿Y qué pasa con la moralidad, con lo que está mal? "Lo único que determina lo que está bien o mal es la legalidad. Depende del ámbito en el que te muevas, habrá cosas que estarán bien o mal vistas. En mi mundo, Zuckerberg lo hizo todo bien".
No podéis imaginar lo mucho que asusta escuchar en persona a alguien que, según cómo van las cosas, en el futuro puede tener mucho poder, hablar de esa manera. Sin un ápice de humanidad. Igual que la mayoría de los personajes de La Red Social, que asustan por un nivel de determinación que puede hacerles pisar a cualquiera que se encuentren por el camino. ¿Y es sólo por el dinero? En el caso de Mark Zuckerberg, parece que no. Hace unos meses afirmó en una entrevista para la NBC que va siempre vestido igual, y que en su armario guarda unas veinte camisetas grises idénticas. Esas que combina con sus flip-flops, llueva o truene. Es lo que tienen los nuevos poderosos, que se visten como si no tuvieran nada teniéndolo todo. Obsceno. Hasta hace poco vivía en una casita de alquiler en esta ciudad, y cuando se casó se mudó a una un poco más grande, pero nada deslumbrante. También dice que se ha esforzado mucho por que sus empleados lo sigan tuteando. Con una fortuna estimada en 9,4 billones de dólares, Mark es un 'tipo sencillo'.
Fincher lo pinta como un chaval con (muchas) dificultades para las relaciones sociales y personales (¿Paradójico? No lo creo), brillante pero también algo repelente , y sobre todo muy resentido. Os recomiendo encarecidamente que veais la película si no lo hicisteis en su momento, para que podamos debatir y compartir impresiones. Porque da mucho juego. Pero en mi humilde opinión, lo de este chico no es más que el ansia de ganar, no por tener dinero o por ser el mejor, sino por darle en el morro a todo aquél que alguna vez le ha hecho sentir pequeño e insignificante. Y esa es una motivación muy peligrosa.
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