Estos han sido días de dar las gracias y pensar en los afortunados que somos por la gente que tenemos alrededor. Y también -por qué no decirlo-, días para echar de menos a las personas que nos hacían felices y ya no están. No voy a hablar de ellas, aunque las llevo siempre conmigo. Pero respecto a los que me siguen acompañando físicamente, no tengo más que palabras buenas y profundas.
Estoy jodida en muchas cosas -como casi todos en este momento-, pero no me canso de repetir lo afortunada que soy por la gente que tengo en mi vida. Recuerdo cuando de pequeña era una niña 'especial', y el hombre sabio y la artista me repetían sin descanso eso de "el tiempo pondrá las cosas en su lugar". He conocido a montones de personas indeseables -y las que me quedan-, pero puedo presumir -y de hecho, presumo- de tener la mejor familia y los mejores amigos que cualquiera podría pedir. Soy absolutamente consciente de mi personalidad 'peculiar', y de hecho, este post va dirigido a todos esos adolescentes (chicos y chicas) que sienten que no pertenecen al mundo en el que habitan. Yo también me sentí así. Pero conseguí superar todos mis miedos gracias a las personas maravillosas que creyeron en mí, en mis locuras, y que vieron en esta personalidad extravagante un filón para el buen rollo, la empatía y la amistad verdadera. Y en los tiempos en los que lo único que contaba para ser la mejor era la velocidad en clase de gimnasia, o la adecuación a temas intrascendentes, eso tiene mucho mérito. Por eso, I, mi fiel compañera, nunca lo olvidaré.
Durante toda mi vida he tratado de ser una buena persona y una buena amiga. Hoy en día sigo recogiendo los frutos en este lugar en el que no tienen muy claro lo que son los amigos, la fidelidad, el respeto profundo. Cuando pienso en la gente que tengo conmigo no puedo evitar esbozar una sonrisa de orgullo, y cuando hablo de la gente indeseable casi ni pestañeo. El tiempo se ha encargado de poner las cosas en su sitio, y si dentro de ti hay basura lo único que saldrá será mal olor.
Ahora mismo, en este bar, rodeada de personas que no le dan tanta importancia a la amistad, me gustaría subirme a la silla en la que estoy sentada, como alguno de los protagonistas de El Club de los Poetas Muertos, y proclamar al mundo que no hay nada más importante que sentirse querido y poder compartir las alegrías y las tristezas con la gente que nos comprende.
No podría nombrar en esta entrada a todas las personas que hacen mi vida mejor y más feliz, porque son muchas. Vosotros sabéis quiénes sois y sabéis también que sin vosotros no sería nada. Soy la mujer más orgullosa del mundo. No tendré dinero, no tendré trabajo. Pero os tengo a vosotros, y ese es el mayor tesoro.
Aurrera Ane. Floreztarrak beti zurekin.
ResponderEliminar♥
ResponderEliminar¡Ay qué emoción!
ResponderEliminar¡Tú sí que eres un gran tesoro preciosa! Y, como ves, cada vez más gente también lo cree.
I love you too