jueves, 27 de diciembre de 2012

Sorpresas

 
 
Pues parece que ya ha pasado. No se acabó el mundo (al menos no de forma obvia) y volvimos a celebrar la Nochebuena y la Navidad como cada año (aunque esta vez con algunas ausencias, la más comentada la de la vaca y el burro en el discurso del Rey). Es posible que el mundo no se haya terminado, pero sí parece que se ha dado la vuelta. Porque resulta que en Esukadi han estado cantando los villancicos en bikini, poniéndose ciegos de mojitos y caipirinhas, y nosotros en sunny California poniéndonos como sopas. Unas tormentas terribles han estado azotando el centro y el sur del Estado en las últimas semanas, y aunque al principio me hizo gracia lo de chapotear y todo el tema de Singing in the rain, creo que he crecido ya algunos centímetros de lo mucho que me he mojado estos días, y lo peor, me están saliendo branquias. Así que espero ansiosa la vuelta a la tranquilidad, porque esto de cinco minutos lloviendo a cántaros, cinco minutos de sol, diez de diluvio universal, dos de verano y vuelta a empezar... cansa mucho y no es serio. Estoy pensando incluso en reclamar que me devuelvan el dinero. Lo que no sé es a quién.
 
 
Pero al margen del clima -o con él-, esta semana ha venido cargada de sorpresas. No sólo los regalos, que este año han llegado de manos tanto del Olentzero como del mismísimo Santa Claus. -Me chifla lo del 'Hohoho!!'. Tendríamos que inventar algo así para Mari Domingi-. Pero a lo que iba; que por fin he vivido el encuentro que tantos meses llevaba esperando: por fin me he encontrado con Mark Zuckerberg! Sí, sí, como os lo cuento. Y no por la calle, rodeado de seguridad y montándose en un Jaguar, sino en uno de mis (dos únicos) bares preferidos de Palo Alto, un sábado por la noche con un grupo de amigos (¿o quizá empleados?). El caso es que lo vimos cuando estaba intentando acceder al local (en el que te piden una identificación que acredite que eres mayor de 21). Entró sin ningún revuelo. En el post que escribí hace unas semanas sobre él y la película que cuenta la historia de la creación de Facebook, ya dije que no es santo de mi devoción. pero cuando lo ví... aun no lo comprendo, pero tuve un momento fan, a lo niña de Justin Bieber. Me senté en la mesa de enfrente y empecé a hacerle fotos disimuladamente con el teléfono. Lo más probable es que no se diera cuenta, porque yo pretendía estar leyendo mis correos, y he de decir que soy una actriz del Método. ¿Y para qué hice todas esas fotos (borrosas)? No lo sé, porque no voy a publicarlas en Facebook, ni en mi blog, ni por supuesto tienen nada digno de vender a las revistas carroñeras (sólo se tomó una Coca Cola). Fue un acto deleznable y no digno de mí, pero era la única forma de cerciorarme de que lo tenía delante, de que vivo en Palo alto rodeada de millonarios que aparentan 16  años y visten sudaderas con capucha, y que salen de bares como si nada. Porque al final, por muy viajada que esté, a una siempre le queda una parte de Paco Martínez Soria con su cesta de gallinas en el 'nuevo mundo'.
 
 
Total, que no puedo decir nada bueno ni malo del amigo Mark, porque no tuve el placer de hablar con él (tranquilos, todo se andará). Y podéis estar orgullosos de que no me arrancara el pelo a mechones de la emoción o me escribiera sus iniciales en la cara con boli; me controlé. Pero sí coincidí con él en la barra al ir a pagar nuestras respectivas cuentas, y aunque actué con absoluto desdén, sin mirarle ni una sola vez, reconozco que alargué el cuello hasta el infinito y más allá para ver su recibo. y tengo que decir que, con una cuenta de 20 dólares, mister Zuckerberg dejó 10 dólares de propina, lo que significa el 50%. ¡Un Hurra por Mark, que se enrolla! Yo fui bastante más miserable, pero también soy algo más pobre que el muchacho.
 
 
Y temas de famoseo aparte, poco he hecho estos días más que festejar. Y felicitar a todas las personas con las que me he cruzado en la calle, en las tiendas, en los bares, el señor de FedEx con los paquetes,... Eso sí, felicitando las fiestas en general, pero no la Navidad, porque se ve que aquí lo de decir Merry Christmas (o 'feliz Navidad') ya no se lleva por no ser respetuoso con las personas que no son de religión cristiana. Así que lo que hay que hacer es desear a todo el que nos crucemos que tengan unas fiestas muy felices, pero así, sin concretar, no vaya a ser que a alguno que resulte ser judío, o hinduista, o incluso ateo, le vaya a dar un tantarantán al escuchar la dichosa expresión. Ya sabéis, amiguitos, una lección más de lo que significa respetar al prójimo en este país. ¿Cómo? ¿Qué decís? ¿Que el hombre que mató a dos bomberos esta semana en Nueva York dejó escrito que lo que más le gustaba en el mundo era matar a gente? Sí, puede ser. Pero seguro que ese buen americano sabía felicitar las fiestas como se debe; ante todo, con mucho respeto.  

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