He cometido un gran error. Al poner el vídeo con la canción de Serrat en la entrada de ayer. No debí haberlo hecho. Una cosa me llevó a la otra y acabé escuchando su disco de grande éxitos. Craso error. Él siempre me hace llorar, pero escucharlo aquí ha sido dramático. A eso se le ha unido la noticia de que en Donosti han abierto un bar andaluz. Demasiado para mi cuerpo. ¿Qué más me va a pasar? ¿Van a poner puestos de mujeres vendiendo karrakelas en las calles de Palo Alto? Soy bastante fuerte, pero hay que tener en cuenta que una parte de mis genes es de origen gallego.
Y ya está aquí. Ha tardado un par de meses pero por fin ha llegado. La morriña. Y cuando hablo de morriña no entra en juego la tristeza. Porque no estoy triste. Me siento muy bien, cada día mejor. Pero hay tantas cosas que echo de menos... Es curioso cómo funciona nuestra cabeza. Puedes estar en un lugar y cansarte de él, de la monotonía. Pero cuando te marchas resulta que esas situaciones que te aburrían por repetitivas, ahora son recuerdos entrañables. Incluso vienen a tu mente personas que hace mucho que no ves, y que de repente sientes físicamente muy lejanas. Aunque antes de venir pasaras montones de meses sin tener contacto con ellas.
Pero creo que echar de menos tiene una parte muy positiva. Porque quiere decir que tienes lugares, situaciones, personas a las que quieres. Lo realmente triste sería llegar a un sitio nuevo y no añorar nada ni a nadie. por aquí no se fomenta la vida social, al menos como nosotros la conocemos. Es sorprendente cómo no ves a personas que parecen amigas entre ellas, sólo compañeras de trabajo, de estudios, de yoga, de la iglesia. El día a día consiste fundamentalmente en trabajar y dedicar el poco tiempo libre que les queda a actividades organizadas. Es como si no quisieran pensar que están solos. Ocupar tu tiempo permite alejar los pensamientos más profundos. Y no creo que sea la dinámica estadounidense, porque las personas de la costa este que he conocido están igual de asustadas que yo. Es vivir en el primer peldaño de la escalera, el de las relaciones superficiales, y no atreverse a subir.
Esta actitud es la que me hace vivirme mi morriña de forma positiva. Echo de menos salir con mi gente, charlar y reirme hasta las tantas, comer 'bocadillitos de jamón', beber vino sin sentirme culpable por el precio, fumarme un cigarrito en una terraza con el calorcito del sur, bajar de casa y encontrarme (bien) acompañada. Pero sé que lo sigo teniendo. Todo está más lejos y la noche y el día ya no son los mismos. Pero seguís estando ahí. Y es lo único que necesito.
I miss you all.
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