Pero sólo en la capa superficial, así que tranquilo todo el mundo.
Por mucho que al principio quieras negarlo, en cada lugar las cosas cotidianas funcionan de una manera concreta y particular para adaptarse al contexto de la mejor manera posible. Esta mañana, cuando caminaba alegremente por el centro de la ciudad, me he topado con una imagen en el reflejo del escaparate de Apple. Una chica jovencita, con pantalones de algodón ancho, sudadera con capucha, zapatillas de deporte, gorra gris, esterilla de yoga atada a la espalda y café en mano. Una californiana más... ¡Ay, no! ¡Pero si soy yo! (Sí, efectivamente, he escrito "chica jovencita").
Os prometo que no me reconoceríais. Y no es que haya perdido completamente la razón y vaya siempre así vestida, pero por las mañanas parezco sacada de un anuncio de los supermercados Whole Foods, la verdad. Mi último descubrimiento, y el más americanizador, ha sido la gorra, que resulta que tiene infinidad de utilidades: esconde las raíces, ayuda en los días de 'mal pelo', sirve para esconder los pelillos de pollito mojado que se te quedan después de sudar en el ginmnasio (recordad que no hay duchas) y además de todo eso, protege del sol. Fue comprarme la primera y empezar buscar como loca clases de hip-hop por la zona. Es la gorra motivadora, Jou!
Pero mis cambios no han sido solamente estilísticos. Resulta que ahora vivo muy tranquila con la puerta de casa abierta. Antes cerrando con llave, pestillo, alarmas, vallas electrificadas... y ahora estoy tan 'pichi', esperando a que entre el aire y haga corriente. Porque no va a entrar nada más que eso. En un barrio en el que una caja enorme y pesada de Amazon puede estar en el porche de una casa durante casi una semana sin que nadie se la lleve, digo yo que no hay que preocuparse por los ladrones.
Y lo de tener la puerta abierta también es muy útil para otra de mis nuevas costumbres: usar la lavadora comunitaria. Sabéis que antes de llegar estaba atemorizada con ese tema, porque todos sabemos que es en la sala de las lavadoras de los edificios americanos donde siempre aparece el asesino cuando la chica baja a hacer la colada a las tantas y de repente se le apaga luz. Pues bien, he tenido suerte y en casa tenemos los aparatos en una habitación del pasillo, al ladito de la puerta, así que, a no ser que el señor malo te meta en el armario (que entonces él no cabría), no hay peligro. Cada semana salgo con mi cestita de Ikea cargada hasta los topes y... no, lavadora ocupada. A los diez minutos salgo otra vez... sigue ocupada. Esta vez ya dejo la cesta en el pasillo de fuera y sigo esperando. Y así muchas veces hasta que se libra y es toda mía. Imaginaos todas estas entradas y salidas para hacer la colada si cada vez tuviera que abrir y cerrar la puerta con llave. Va a resultar que son listos. Y después de lavar la ropa, toca secarla. ¿En el tendedero? ¿Qué es eso, por favor! Aquí se utiliza la secadora de siempre, la que te encoge la ropa y la agujerea por todas partes. Estoy en proceso de asimilación.
¿Necesitáis más indicios de mi progresiva americanización? Pues recojo los periódicos de las míticas cajas de metal que hay en las calles, siempre pido el café con leche de soja, no como pan (porque no hay), veo los partidos de los Giants en las decenas de teles del bar de turno, no me ducho al salir del gimnasio, ando todo el día de aquí para allá con las dichosas flip-flops (las sandalias de dedo de toda la vida) y llevo cascos blancos (no hace falta enseñar más para que la gente sepa que tienes un Iphone). Alucina.
Lo que más me está costando es lo de dejar propinas por obligación. ¿Y entonces -me planteo- cuando los camareros me tratan especialmente bien, qué se supone que tengo que hacer? ¿Darles un morreo? Pero poco a poco voy abriendo ese puño que traje cerrado con tanta fuerza y ya dejo monedas de cuarto, e incluso alguna vez un dólar que otro. Será cuestión de americanizarme todavía más o hacer como siempre: beber para olvidar todo lo que me he gastado.
¿Qué quieres decir con eso?
ResponderEliminar¿Que son un poco guarros?
Un abrazo fuerte.
Hombre... Pues cada uno que saque sus propias conclusiones. Pero sí es muy habitual que vayan a correr o al gimnasio y de allí directamente al curro sin pasar antes por agua... Y como casi siempre van vestidos con ropa de deporte,no se nota.
EliminarAbrazo!!
Quien te iba a decir hace tres meses, no más...
ResponderEliminarEfectivamente. ¿Yo en chandal y con chancletas? No way!!!
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